jueves, 23 de octubre de 2014

Dolores promesas.


Hoy tengo agujetas, pero no agujetas físicas, sino agujetas mentales, de las que te bloquean hasta el punto de observarte desde fuera y contemplarte como un auténtico payaso.
Tengo promesas de amor, tengo promesas de trabajo, tengo promesas de ocio, tengo promesas de fe, tengo promesas de compromiso, pero la única cosa que no tengo es tiempo para esas promesas.
Es muy curioso cómo teniendo 24 horas al día, no hay hora que no desee que el día sea más largo. Ojala el día tuviese 42 horas, para poder prometer a diestro y siniestro, para poder prometer todas esas cosas que sabes no cumplirás.
Yo he decidido no prometer cosas imprometibles, no buscar imposibles, o al menos centrarme en los imposibles que ya tengo en mente. Se debe luchar por las batallas que crees no podrás ganar, por que para las fáciles no hace falta luchar, pero no hay que sobrevalorar el desgaste de tu espada.
Yo me enorgullezco de mis luchas, son luchas que llenan, que te marcan, que te hacen sentir vivo, me enorgullezco de lo que hago.
En cambio hay otras promesas en las que te ves involucrado, guerras en las que no entiendes el fin, en las que has olvidado el por qué luchas, y esas son las promesas que duelen, que queman el alma, que generan agujetas mentales.
Y con un alma quemada y una mente dolorida por flechazos provenientes de fuego amigo sólo se me ocurre meterme en mi cueva, escribir algo e intentar servir de algo al día siguiente, cuando las agujetas remitan o alma cicatrice.

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