viernes, 22 de febrero de 2013

Bendita sangre de tinta.


Los gatos que pasan me oyen maullar a la Luna para que se haga llena de una vez y me deje ser.

Las nubes se pronuncian sobre lo difícil que es vivir. Veo en ellas lo fácil que resulta ver sin atender, oír pero no escuchar.

Fundamentos me sobran para no querer pensar más esta noche. Porque es triste no querer ayudar, pero es enormemente peor querer hacerlo y no poder.

Sólo hay frases cortas y sentencias de dolor que intentan convertirse en palabras sonoras y bellas que intenten disimular los sentimientos, abstractos, inertes, invisibles.

EL gotelé de las paredes se vuelve mi amigo cuando pienso que pensar me hace mal. Las alfombras se convierten en camas improvisadas, y el cenicero en el mejor aliado.

Una hoja en blanco reclama mi atención. Siempre lo hace, alguna vez la obedezco. La obedezco para contar, expresar, sentir, ver, vivir, ordenar… La canalización de una vida, hecha tinta y árboles.

Benditos árboles que me permiten vivir.
Bendita sangre de tinta que la vida me ha dado.

martes, 19 de febrero de 2013

Cuentahoras.


Escucho canciones que me hacen recordar cómo echo de menos su calor en mi cama, su olor en mi ropa, su mirada en mis ojos buscando algo que sólo aquella  puede encontrar.

Un, deux, trois…  les heures saltan la barrera de la razón. Los asnos cantan canciones de góspel, y las jirafas hacen lucha libre mientras sigo contando las horas francesas que pasan hasta volver a tenerte buscándome, o mejor dicho, encontrándome.

Pienso en lo blanco que es el techo de mi habitación, y me adentro en los pliegues de mi edredón como ansioso por ver lo que hay de verdad entre ellos.

Los gatos me acosan, los perros me aburren y las tortugas me comprenden. Lentamente empiezo a entender, a perder el miedo a perder y a jugar limpiamente.

El juego ya empezó, pero se ve que nunca comprendí que el que se come una, cuenta veinte, que la torre sólo mueve en recto y que de oca a oca, nadie tira porque las ocas no saltan.

Prometo que prometeré de verdad, que juraré con sangre y que sentiré lo que sienten los que saben sentir.

iCel.


Cosas bellas posee;
son sus ojos, su pelo;
los que no puedo vivir sin ver,
clamando ambos al cielo.

Rizos de muñeca de oro,
elegancia siempre servil,
llora si ve que lloro,
nunca nadie menos vil.

Poca vida compartida,
suficiente para mí,
ella sabe, mi querida,
sin ella esto es no vivir.

Ojalá viesen todos
lo que ofrece sin querer,
cambiarían sus modos,
aprenderían a aprender.

lunes, 18 de febrero de 2013

Me vale con un "NO"


Este post va dedicado a todas aquellas personas que me ayudan a pensar.

Y no sólo a las que me ayudan a pensar a mí, sino a todas aquellas personas que son capaces de discutir en un nivel que me hace reflexionar. 

Porque estas son las personas que me merecen la pena. No hace falta que sean inteligentes, o listas, o empollonas (mucho menos estos últimos), me vale con que sean capaces de hacerme plantearme algo que antes no había caído en plantearme por mí mismo. Es entonces cuando aprendo. 

Aprendo a usar la cabeza, aprendo a ver mentes y, sobretodo, aprendo a aprender. 

Porque un “NO” dicho con cabeza, vale mucho más que miles de permisos y razones como a los locos.

Porque es esto lo que nos diferencia de los débiles mentales, que no son capaces de aprender a aprender de las mentes de los demás, sino que viven muy bien en su mundo creado porque sí, y no muestran interés por salir a fuera de su jardín, cuando la gente como yo no cesa de pasear para ver los jardines de los demás, sus esculturas, sus flores preferidas, sus malas hierbas…

Dejadme que, para variar, os de un consejillo para vuestra vida:
Si no queréis ser como los locos, sacad a vuestra mente de paseo.

miércoles, 13 de febrero de 2013

Declaración de independencia.


Incapaz de no quererte,

pero sin ver nada más

que me diga que al leerte

no te volveré a mirar. 




Te leo entre susurros,

olas que vienen y van, 

besos cálidos y secos

que obligan a trasnochar. 




Si me esfuerzo puedo oír

la música que lo envuelve;

todo, hasta a ti y a mí, 

nuestras notas invisibles. 




Luego me da por navegar

en los olores de tu ausencia;

no nos voy a engañar:

requerida nuestra presencia. 




Gano ganas si te veo, 

rozo tu nombre, mamón;

entonces creo que creo:

ganó a razón don corazón.