Lluvia que cae poco a poco por el cristal de mi ventana,
mientras nos fumamos las horas entre colores, sueños y cigarros de edredones
revoltosos.
Noches largas pero cortas, intensas pero suaves, oscuras
pero muy luminosas.
Lluviosas pero enteramente soleadas.
Sólo necesito un sueño roto para coser.
Nunca me importó
mucho más, quiero mantener ocupada a mi inquieta alma,
que me hace pensar, pero no acaba en un final, sino que con su terminación esboza
un nuevo comienzo.
Un alma en bucle, un alma redonda sin principio ni fin, un
alma errante del pensamiento y de la vida.
Hay veces que me da por pensar, y entonces es peor. Es peor
porque veo más de lo que es, más de lo que ven aquellos mis otros cegados ojos.
Y mientras intento pensar que pienso, se me pasan las horas
y suspendo.
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