Todo es relativo, y eso es así.
No se me ocurre otra cosa para empezar ésta entrada sino de
ésa forma.
Soy incapaz de entender lo absoluto, soy incapaz de ver lo
seguro, quizá por eso vivo en un mundo de incontinencias, sinsentidos e
improvistos.
Entiendo que hay quien pueda pensar que hay cosas absolutas
que son así como tienen que ser, pero discrepo, discrepo enormemente.
Mi mente es demasiado inquieta, demasiado curiosa, variante
y poco predecible, que lo único que hace es ver una serie de probabilidades en
la vida diaria.
Hay una probabilidad entre millones de que me atropellen
hoy, pero tranquilos, está contemplada. Hay una probabilidad entre billones de
que me dé un ataque al corazón, tranquilos, también está contemplada.
Muchos pensaran que no saben cómo soy capaz de vivir así, en
la inseguridad, en lo relativo. Pues bien, es gracias a que es esto precisamente
relativo e inseguro que tengo ganas de
seguir avanzando.
Pienso que, si las probabilidades están ahí para mal,
también las están para bien, y por ello pienso que cada día es un milagro.
No creo en los milagros.
Pienso que cada día uno puedo encontrar el amor.
No creo en el amor.
Pienso que cada día pueden hacerse millones de nuevas amistades
con las que llegaremos lejos.
Así como tampoco creo en la amistad.
Todo tiene una explicación, todo puede ser interpretado. O
mejor dicho, todo puede ser entendido, y comprendido. Sólo tenemos que entender
a quien habla, que ser él durante un breve periodo de tiempo. Los locos no
están locos dentro de su cabeza, es el mundo que hay a su alrededor el que está
completamente equivocado.
Quizá es esto lo que debemos pensar, quizá es esto lo que
debemos aprender de aquellos a quienes consideramos enfermos. Porque no hay mejor manera de entender la vida, los
sentimientos, (al fin y al cabo tan relativos), que escuchar a los que lo han
pasado mal, a los que tienen dificultades, o a los que creen que todo está
perdido.
Tal dimensión humana es la que la gente trata de
absolutizar. No os empeñéis en etiquetar, en poner nombres a cosas relativas,
pues en el momento de nombrarlas, ya las estáis dotando de un componente
humano.
El vacio no debería llamarse así, simplemente no debería “llamarse”.
Somos incapaces de comprender algo así, por mucho que queramos.
Yo vivo mi vida pensando en la aventura de cada día,
pensando en lo maravilloso de otra luz, pensando que hoy pueden pasar tantas
cosas agradables e impresionantes, que quien se atreva a llamarlas de algún
modo no merece sino aburrirse durante el resto de su vida.
Aprovechemos que el ser humano tiene eso que llamamos
sentimientos, poseemos uno de los bienes más preciados del mundo, algo
indefinible.
No lo defináis, pues. Sólo vividlo, por favor, dejad de ser
tan absolutos, tan obtusos y tan inseguros que os tengáis que envolver en una
realidad definida colectivamente para encontraros seguros, tal y como sólo
hacen los locos.
Pero al menos ellos son originales.
Buenas noches, y buena suerte.
A veces me pregunto que es lo que me hace ser amiga de una persona. Yo no lo elijo, simplemente me sale o no. O quiero a alguien o no, no lo puedo decidir.
ResponderEliminarLuego me digo que cada quien me da su algo. Cada persona a la que quiero, cada persona que tengo en mi vida me aporta o me ha aportado algo en algún momento de mi corta existencia.
Tú, Enrique De La Hoz, me aportas. No sé que me aportas pero me aportas y, por eso, después de tan solo un año eres ya alguien importante en mi vida, en mi existencia y en mi ser.
Y te quiero, te quiero por escribir bien, por dejar divagar a tu alma, por llevarte bien con las palabras... Porque las palabras son mis amigas y los amigos de las palabras, pues eso, son mis amigos.
Gracias por existir en mi existencia.
T.