Es tan curioso ver cómo va avanzando tu vida como ver caer
las gotas de lluvia por el cristal.
Hace tan sólo dos años, eras un muchacho inocente,
adolescente, desgarbado y neurológicamente hormonado hasta las cejas y, ahora,
simplemente te consideras como “yo”. Así, sin más.
Si echamos un ojo atrás vemos cómo hemos sido cómplices de
tantas personas que ya ni siquiera podemos recordarlas a todas. Hemos pasado
por tantas cosas que ya se desdibujan unas con otras. Algunos me dicen que lo
que me pasa es que tengo muy mala memoria, yo les digo que lo que tengo son
demasiadas emociones. Tantas, que rebosan.
Pero he aquí el quid de la cuestión. Son todas esas
personas, olvidadas o no, a las que les debemos nuestra vida.
¿Quién sabe si yo, sin estas amistades, estaría aquí hoy escribiéndoos?
En el colegio que me vio crecer había una frase escrita en
la pared; ésta era: “Tú eres el forjador de tu vida”. Siempre la tuve en mi cabeza
dando vueltas y vueltas.
¿Si yo soy el forjador de mi vida, todo depende de mí? ¿Los
demás no tienen nada que hacer conmigo? ¿Soy tan independiente?
Al final decidí que tú eres el arquitecto, tú eres el que
propone el plan, ahora sólo te faltan jugadores.
Cada jugador, cada ficha, cada obrero, hace que seamos un
poco más de otra manera. Porque, todos sabemos, que no somos lo mismo hoy que
lo que seremos mañana.
También tenemos el poder de dejar que nos ayuden, de
acercarnos a aquellos cuyo punto de vista nos gusta para nuestro edificio, de
ser ayudados por miles y miles de decoradores de interiores que moldeen nuestro
espacio, que nos ayuden a crear nuestra realidad.
Este escrito es simplemente de agradecimiento,
agradecimiento a todas aquellas personas que obraron conmigo, que obraron por
mí, y que me ayudaron a ser como soy. Que me ayudaron en la vida pero, también
a aquellos que me la hicieron más difícil.
No puedo si no agradecer a todos aquellos mamones que
pusieron piedras en mi camino su inmensa valía en mi vida. Me ayudaron a
saltar, a excavar y a pulir. Me ayudaron a ser y a no ser, me ayudaron a vivir
como yo quería vivir.
Consiguieron que creara mi edificio, o, por lo menos, lo van
consiguiendo.
Seguid así, gracias.
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