¿Por qué no me deja en paz esta maldita felicidad que me
reconcome el alma cacho a cacho y convierte cada día en algo tan especial que
sólo consigue hacerme sufrir al mostrarme cómo pasan las horas sin que yo pueda
evitarlo?
¿Cómo hago que salga de mi cabeza esa idea que lleva
queriendo hacerlo tanto tiempo pero que no se atreve por miedo al miedo y que
únicamente puede ver satisfecha su impertinencia irrumpiendo en mis ojos como
un rayo y desencadenando una emocionalmente atronadora lágrima de felicidad?
¿Quién será capaz de hacerme ver que lo que tengo no es lo
que merezco, si no lo que el puto destino se empeña en darme, de manera que me
hagan consciente de la posibilidad de cambio que ofrece, paradójicamente, el
destino frente al merecer?
¿Cuándo vendrán a explicarme lo que significan de una vez
por todas las palabras “te quiero”, para que pueda usarlas de una jodida vez
sin el miedo a temer más de lo autopermitido?
¿Dónde se ha de empezar a terminar para que algo funcione en
mi cabeza sin buscarle mil tres pies al milpiés?
¿Quién…cómo…cuándo…por qué…dónde…
Pero siempre… Por favor y gracias.
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