Incapaz de no quererte,
pero sin ver nada más
que me diga que al leerte
no te volveré a mirar.
Te leo entre susurros,
olas que vienen y van,
besos cálidos y secos
que obligan a trasnochar.
Si me esfuerzo puedo oír
la música que lo envuelve;
todo, hasta a ti y a mí,
nuestras notas invisibles.
Luego me da por navegar
en los olores de tu ausencia;
no nos voy a engañar:
requerida nuestra presencia.
Gano ganas si te veo,
rozo tu nombre, mamón;
entonces creo que creo:
ganó a razón don corazón.
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