Es curioso observar cómo va avanzando el mundo. Avanzando… o
retrocediendo, depende de por donde lo mires.
Si hay algo que tengamos que aprender en estos días, no es
otra cosa que el saber ser tolerantes y transigentes. Poco a poco vamos viendo
la manera en la que van surgiendo nuevas formas de ser que poco tienen que ver
con nuestros ideales, moral y creencias, y si hay algo que nos diferencia a los
humanos, es que poseemos esa capacidad innata de saber adecuarnos al momento.
Lo penoso es, que esa capacidad está ausente o inhibida en algunas personas poco abiertas y, tan cortas
de mente, que se creen seguras en su intolerancia.
Es muy triste ver cómo alguien es incapaz de adaptarse, de
entender algo, aunque no lo comparta. Si quisiéramos avanzar, lo haríamos
partiendo de esa base.
Lo que unos llaman raro, otros lo llaman normal; lo que para
algunos es una locura, para otros una genialidad. Si ves que nadie te entiende,
huye, si ves que nadie te apoya, busca más gente, busca esas mentes
privilegiadas capaces de entender cualquier burrada que se te ocurra, busca,
siempre busca, no dejes nunca de buscar.
La imaginación es el mayor poder del hombre. Gracias a ella
se han llevado a cabo los mejores inventos de la humanidad, las mejores formas
de pensamientos y las indiscutibles y geniales obras de arte.
Si fuéramos capaces de entender al que está a nuestro lado,
sabríamos cómo tratarlo, sabríamos cómo hacer que se sienta bien, aunque, por
contrario, también seriamos capaces de hacer más daño, de hundir en la miseria
a aquellos que no nos agradan.
He ahí la clave de la cuestión. Si eres capaz de entender y
abrirte, no tienes necesidad de hacer daño, nadie puede ser tan mezquino como
para hacer el mal si es capaz de ponerse en el lugar del otro.
Puede sonar esperanzador, pero nada más lejos de la
realidad. Incluso aquellas personas que yo considero mentalmente superiores por
ser capaces de aceptar hasta al más desagradable de los hombres, tienen sus
limitaciones. Y esas limitaciones no son otra cosa que sus propias
experiencias, pues, igual que abren la mente de éstos, también le dejan en ella
muchos más huecos que llenar y completar con formas de ser nuevas y distintas.
Igual que el saber genera más saber, hay que entender y darse cuenta de que el
saber genera mucho más desconocimiento.
Por eso, y por muchas otras cosas, mi propuesta para todos
es la siguiente: conoce, quiere, entiende, sabe, saborea… hasta el día de tu
muerte.
No dejes de conocer gente, pues en ellos está la clave de la
vida. No hay cáliz sagrado, no hay cielo ni infierno, el verdadero don del
hombre, su único poder, es ser capaz de ver por detrás de los ojos de los
demás.
También es cierto que habrá un momento en que a nuestro
alrededor, nadie nos parecerá interesante, pues sabremos tanto sobre su forma
de pensar, que nada nos sorprenderá. Es en ese momento donde tenemos que actuar
y hacer ver a todo el mundo que todo eso que llaman vida, va más allá. Que lo
mejor que podemos hacer en ella, la clave del éxito en nuestra existencia, es
saber el modo en el que piensan los demás. Y si aún así, con nuestro
razonamiento, no entran en el ciclo del pensamiento, podemos mandarlos a
pastar, así, tal cual, por aburridos.
Quizá suena cruel o contrariamente intransigente, pero si
nada nos sorprende, si nada nos “llama”, lo mejor es decir “pasapalabra”, y
comenzar a conocer a nuevas personas; a nuevos amigos, a mentes desconocidas,
pues lo mejor para erradicar el miedo, es el conocimiento de lo que nos asusta,
y a todos nos asusta lo desconocido.
Y eso es lo que pienso en mi vida, eso es lo que va por
encima de todo, el hacer mil cosas, el ser sorprendente, el ser espontáneo y
sagaz.
Tómalo o déjalo, pero no molestes al mundo con tu incultura
y tu falsa seguridad.
Un placer expresarme, buenas noches, y a vivir.
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