Todos entendemos de magia.
Cómo no íbamos a hacerlo cuando lo que nos gusta es algo en
lo que tienes que poner tu alma y tu creación, todas tus ganas para que salga
algo así de expresivo.
Cómo no íbamos a entender de magia cuando para crear tenemos
que acercarnos a lo mágico de sacar algo nuevo partiendo de ingredientes
desordenados y difusos.
Somos el caldero de cocción, donde sucede la magia.
Esas vivencias, esas emociones que nos hacen más o menos
humanos las canalizamos, las adaptamos y las expresamos a partir de nuestro “hobby”.
Hobby se queda muy corto con lo que nosotros sentimos.
Todos los que comparten esto que digo saben que nosotros
somos así, mágicos, emocionales, vividores, creadores, inquietos.
No puedo dejar de sorprenderme de lo que me hace sentir.
Cada nueva idea sugiere una nueva manera de canalización, una nueva manera de
interpretar.
Obviamente hablo de la danza, del baile, de todo eso que
para unos es tan poco y para otros, los magos, es tanto.
Nosotros escuchamos, sentimos e interpretamos. Nosotros
cogemos dos cosas, la música y lo que esta nos hace sentir, y lo transformamos
en algo precioso. La música nos guía, y eso es así.
Aquellos que lo entiendan verán que a cada uno de nosotros,
de los magos, se nos vaya el cuerpo hacia la música, que intentemos fundirnos
con ella. Pues bien, esta fusión no es otra cosa que el querer conseguir
sentirte música y emoción, conseguir sentirte muy especial pues, ¿quién
sabiendo que es mago no querría experimentar esta experiencia cada minuto de su
vida?
Después de esta breve reflexión sobre mi mundo, mi mente y
mi música, os animo a buscar vuestra propia banda sonora. Esa banda sonora que,
si sois capaces de escuchar lo que hay más allá de unas simples notas, de
escuchar a vuestras emociones dialogando con el sonido, os hará sentir magos.
Porque todos los que bailamos, entendemos de magia.
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