Sólo necesito
esa calma que me das
cuando miras sin querer
tras mis ojos de metal,
cuando sabes sin pensar
lo que quiero de verdad,
cuando usas tu bondad
y derrites mi mitad.
Esa mitad que sólo quiere
que te vayas sin pensar,
que no mires atrás
y que seas feliz sin más;
sin más problemas
que los que, por fuerza,
hayas de pasar.